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LA AMIGA DE LOS GORILAS


Cuando Dian llegó a África, no sabía cuánto tiempo iba a permanecer allí. Solo sabía que estaba dispuesta a todo con tal de conseguir su sueño: estudiar las costumbres de los gorilas de montaña, unos animales que todos temían y por los que ella sentía fascinación.
Los comienzos fueron muy duros: tuvo que instalar su campamento en mitad de las montañas, acostumbrarse a vivir en soledad .. . Pero Dian sabía lo que quería. No en vano llevaba años preparando este viaje.
El primer problema al que se enfrentó fue localizar a esos fantásticos animales. Le costó mucho tiempo y mucho trabajo dar con ellos y sobre todo conseguir que no la rehuyeran.


<<Es normal que escapen >>, pensaba Dian. <<No están acostumbrados a la presencia humana. Además, yo aquí soy una extraña. ¿Quién no saldría corriendo si ve un gorila en mitad de la calle de cualquier ciudad?>>
Por eso, Dian se mantenía a distancia, procuraba no mirarlos e imitaba sus gestos siempre que podía: se rascaba continuamente el cuerpo y la cabeza, simulaba comer plantas ... en fin, intentaba comportarse como ellos. Poco a poco, los animales se acostumbraron a su presencia.

Así transcurrieron los primeros meses, en los que Dian fue conociendo y comprendiendo cada vez mejor la conducta de estos animales.
Además, como pasaba casi todo el día observándolos, nunca se sentía sola.
Pero Dian tuvo que esperar al menos dos años para conseguir algo realmente importante.
Una soleada mañana, Dian estaba tomando notas sobre los movimientos de un grupo de gorilas que se encontraba a cierta distancia. De repente, uno de los gorilas se separó del grupo y se acercó a ella. Dian contuvo la respiración.

<<Dios mío>>, pensó. <<¿Y si me ataca? Tengo que mantener la calma. No debe notar mi nerviosismo o se alejará inmediatamente.>>
Dian dejó muy despacio su bloc de notas en el suelo y se quedó quieta, sin dirigir siquiera la mirada al gorila.<<Haré lo que él haga>>, dijo para sí Dian. <<Y me mostraré indiferente, como si no estuviera.>>

En ese momento, el gorila se echó al suelo y comenzó a rodar. Dian lo imitó y después se tumbó lentamente en la hierba con los brazos extendidos. Entonces ocurrió: el gorila se acercó y tocó la mano de la muchacha.



El corazón de Dian estuvo a punto de estallar de alegría.
¡Lo había conseguido! ¡Era la primera vez que un gorila se acercaba y tocaba a un ser humano!
En ese instante, Dian comprendió que todos sus esfuerzos habían merecido la pena. Y aquello fue sólo el comienzo, porque poco a poco los gorilas fueron permitiendo que Dian se mezclara con ellos y, con el tiempo, ¡hasta la dejaron participar en sus juegos!




Dian Fossey dedicó el resto de su vida a sus amigos los gorilas de montaña.
Gracias a ella, el mundo entero supo de su existencia y de la necesidad de protegerlos. Seguramente por eso perviven todavía hoy en las montañas de África como una más de las especies protegidas.


Dian Fossey nació el 16 de enero de 1932 en Fairfax, California. Hijo de Kathryn Kidd, modelo, y George E. Fossey, agente de seguros.
Pasó una infancia desgraciada por la separación de sus padres cuando contaba apenas seis años de edad. Su padrastro le proporcionó maltrato psicológico.
Obtuvo su graduado en terapia laboral en el San Jose State College en 1954 y pasó varios años trabajando en un hospital infantil de Kentucky. Desde su llegada al centro se entregó por entero al cuidado de los niños discapacitados psíquicos, quienes parecían haberla escogido como principal compañera de juegos y comunicación. Sus métodos gestuales consiguieron mayor cercanía de lo habitual con estos críos tan necesitados de afecto.
Inspirada por las obras del zoólogo estadounidense George B. Schaller, Fossey visitó África en 1963. Allí observó a los gorilas de las montañas en su hábitat natural y visitó al antropólogo británico Louis Leakey. Éste, convencido de que la investigación de los grandes simios podría aportar información sobre el problema de la evolución humana, animó a Fossey a iniciar un largo estudio de campo de los gorilas.
Se reveló como observadora ingeniosa y paciente del comportamiento de estos animales. Karisoke, su lugar de estudio, pasó a ser centro internacional de investigación sobre los gorilas cuando fundó el Centro de Investigación de Karisoke en 1967. Le concedieron en 1974 el grado de doctora en Zoología por la Universidad de Cambridge.
Cazadores furtivos se adentraron en el territorio de Virunga y Dian mantuvo entrevistas con las autoridades de la zona, tendió trampas a los furtivos y los persiguió denodadamente en compañía de algunos mal pagados guardas forestales.
Mientras tanto, sus reportajes publicados en la revista National Geographic empezaron a concienciar a miles de personas. Su obra Gorilas en la niebla (1983) recoge las observaciones realizadas durante los años de estudios de campo.
Apareció muerta en su campamento el 26 de diciembre de 1985, fue hallada en su cabaña atacada a machetazos. Algunos expertos consideran que fue asesinada por el esfuerzo que desplegó con el fin de frenar la caza furtiva de gorilas y otros animales en África.
Dian Fossey fue enterrada en el cementerio que había construido para gorilas cerca de su vivienda.
Revisado por: Alfredo Rodrigálvarez Rebollo